| TERMINARON LAS CORTAS VACACIONES …¿ y ahora qué? |
En vacaciones realizamos con los hijos diversas actividades que -por lo general- rompen con los horarios y rutinas que establecemos durante el resto del año. Nos levantamos más zswetarde, salimos de paseo o nos vamos de viaje, almorzamos más tarde, "de paso" o con una dieta con más grasa y azúcar, nos acostamos más tarde... De modo que el término de las vacaciones implica volver a retomar hábitos y rutinas que habíamos dejado "entre paréntesis". Y retomarlos, representa un verdadero desafío tanto para los hijos como para los padres...
Por otra parte, el regreso a clases implica un inevitable sentimiento de "pérdida", cuando las actividades que hemos llevado a cabo en vacaciones han resultado atractivas para ellos. Por esto, aunque ya el domingo 05 comienzan a ver uniformes y útiles escolares en todas partes, se resisten a aceptar el inminente retorno al colegio.
Sobre este último punto resulta interesante plantearse un par de interrogantes sobre la baja motivación en los escolares: ¿qué relación tiene el método de enseñanza impartido en la educación tradicional con la motivación por aprender?, ¿cuánto y de qué manera influye la familia en la motivación escolar de los hijos?
Hay colegios cuyas características hacen más fácil el retorno (no se exige uniforme, las metodologías son entretenidas, se promueve la curiosidad por aprender y la autonomía más que los resultados) por lo que en los escolares no hay merma de su motivación. Y, llevado al plano familiar, también hay familias que pueden estimular mejor la motivación escolar, por ejemplo, no centrándose en el desempeño (las calificaciones obtenidas) sino en lo que se aprende y cómo se aprende y haciendo de la vida diaria una instancia creativa de compartir conocimientos, a través de la lectura, el juego, la conversación, los experimentos caseros, entre otros. Cuando los hijos preparan una disertación, trabajo o prueba enfocados en "sacarse una buena nota", a causa de nuestras demandas, se genera un impacto negativo en ellos, pues pueden desarrollar una ansiedad anticipatoria a un resultado que no es el esperado, incluso perdiendo la capacidad de disfrutar de este estudio.
Todo esto hace que "el colegio" no sea percibido como un espacio motivante. Si a ello se suma un colegio que en vez de utilizar metodologías innovadoras (que implican el uso de técnicas activas y tecnologías) se ha "quedado" en exigir a sus alumnos silencio y trabajos de lápiz y papel toda la jornada escolar (cuando el que aprende hoy es más inquieto, (sobre)estimulado y mejor dotado culturalmente), entonces el panorama educativo no resulta tan motivante.
Por otro lado, no hay que perder de vista que algunos niños y jóvenes quieren (incluso esperan gustosos) volver pronto al colegio. Si nuestros hijos están en esta situación cabe preguntarnos ¿es de los que tiene alta motivación por aprender? ¿Su sociabilidad es alta y desea reencontrarse con sus amigos? ¿Su colegio es de los que cautiva a los estudiantes? y por último, para el caso quelas tres anteriores fueran respondidas negativamente: ¿procuramos vacaciones atractivas para él? ¿tenemos una relación que disfrutamos? (cuyas respuestas, de ser negativas, ojalá nos movilizara a generar cambios).
¿Cómo hacer que vuelvan a acostumbrarse a las rutinas de la época escolar? Las rutinas son moldeables porque los seres humanos -y especialmente los niños- tenemos la condición de adaptarnos a los cambios. Las neurociencias avalan la capacidad de adaptación de nuestro cerebro a las diferentes condiciones a que estamos sometidos. Si los padres estamos conscientes de ello y planificamos una adaptación progresiva, podemos tener logros satisfactorios para nuestros hijos (y para nosotros, que somos quienes tendremos que despertarlos, procurar no llegar tarde, etc.). La clave es ayudar a que se adapten progresivamente a los patrones de alimentación, sueño y estudio que tenían regularmente en el periodo de clases.
Asimismo, en este periodo previo al reintegro al colegio, podemos comenzar a invitarlos a levantarse más temprano, programando actividades de interés para ellos (que impliquen salir o al menos levantarse más temprano).
Otro punto importante es volver a retomar el hábito de estudio. Para esto no es necesario (ni recomendable) agendarles reforzamientos o estudio en vacaciones, aunque sí resulta interesante previo al inicio de clases, incorporar en su jornada diaria más actividades de tipo intelectual, dependiendo de la edad: acertijos, sudoku, sopas de letras, juegos de salón, lectura de revistas.
Ello, en conjunto con la reducción de actividades "de pantalla" (videojuegos o computador), las que tienden también a aumentar en vacaciones. Dicho sea de paso, no es recomendable que un niño o joven estén más de dos horas en actividades recreativas frente a un computador o TV, en ninguna época del año.
¿Con cuánto tiempo hay que volver a introducirlos en aquellas rutinas? Concretamente, si queremos que se duerman a cierta hora y no sufran de "insomnio" el día previo, y para que despierten con energía el primer día de clases, debiéramos comenzar progresivamente a indicarles que se duerman 20 minutos antes cada día. En promedio, los hijos se acuestan en vacaciones 2 a 4 horas más tarde que en el periodo escolar, por lo que -según sea el caso- podríamos requerir una a dos semanas para hacerlo gradual. Para ayudar a esto, podemos comenzar por restablecer el horario de la cena, organizándonos como adultos para hacer esta rutina con cierta regularidad y más temprano, de modo de marcar el ritmo biológico que tuvimos en el periodo escolar y de trabajo. ¿Cuánto influye que el fin de las vacaciones significa que vuelven a pasar menos tiempo con sus padres? Nuevamente, apelando a la capacidad de adaptación constante del ser humano, muchos hijos se adaptarán fácilmente a esto. Pero para algunos puede ser de alto impacto (pienso en los más pequeños), incluso llegar a ser una fuente de angustia o experimentar ansiedad de separación de los padres.
Esto dependerá de cómo los padres les transmitan esta nueva situación (como lo muestra la película "La vida es bella", ellos ven la vida o una situación puntual tal como se las presentamos), de cómo manejen su propia ansiedad de separarse de los hijos y de lo que hagamos para que la transición sea inocua.

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